jueves, 5 de febrero de 2015

La niñera.





Ahí estaba, pequeña, con su pelo rizado, una media sonrisa como de no creerse todo lo que ve o le dicen... le acompañaba su madre, la señora recomendaba a su hija, como no podía ser de otra manera, contaba que había pasado por una pequeña mala racha, pero que ahora estaba perfecta, con ganas de trabajar, que le gustaban los niños y era muy trabajadora.

La observó y nada le pareció extraño en aquella joven muchacha, se la había recomendado una amiga en la que confiaba y estaba dispuesta a darle una oportunidad, aparte de la falta que le hacía tener alguien con quien dejar a su hija, una niña de cinco meses, así que la contrató. Solo traía un pequeño macuto donde guardaba sus escasas pertenencias, le mostró la habitación que ocuparía, en cinco minutos lo tenía todo ordenado y guardado. Lo único que le extrañó fue aquella foto de una mujer pegada por dentro de la puerta del armario, fue casi lo primero que colocó, al preguntarle por ella la joven le contestó que era alguien a quien había amado mucho. No quiso ahondar más en aquella respuesta.

Pasaron los días, la joven se mostraba cariñosa y responsable con la niña, pero tenía una extraña actitud en cuanto a su relación con ella, la madre. Su dedicación era casi exagerada, preparándole exquisitos desayunos, mirándola embelesada... no sabía qué, le hacía sentirse incómoda con aquella extraña joven en su casa.

Ya no podía seguir sintiendo aquel desasosiego y le preguntó si estaba a gusto, si tenía algo que contarle, si quería ver a su familia, la joven le explicó que se sentía muy a gusto y que en su familia no se le había perdido nada, que no quería visitarles. Nunca libraba, era muy fiel, pero había algo en ella desconcertante. Un día le comentó que se parecía mucho a ella, - A quién - preguntó, - A la de la foto que tengo en mi armario - en realidad no había ningún parecido, al menos físico, según observó.

Pasaron un par de meses hasta el  día en que estando en un pueblo cercano haciendo unas compras, recibió un aviso de conato de incendio en su apartamento, afortunadamente la niña estaba con ella, pero de todos modos tuvo que dejar todo para correr a ver qué había pasado, en efecto, Candy, así se llamaba la joven, había olvidado en el fuego un caldero cuyo contenido se evaporó y éste empezó a arder. Todo había quedado en un susto, pero al quedarse solas le preguntó qué le había pasado, la encontró mas rara que de costumbre, sonreía sin motivo aparente, desviaba la mirada, ahora estaba segura, había bebido. Horrorizada avisó a la madre de Candy, la cual le confesó el problema real de su hija, que había pensado que estaba recuperada, le comentó que tenía que llevársela con ella, que no podía estar tranquila dejando a su niña con Candy, al mismo tiempo sintió una profunda pena por aquella familia y por la joven, a la que al parecer le aterraba volver con su madre, así que se ofreció para acompañarla a un especialista que la tratara y ayudara a dejar el alcohol. Ahora tenía dos hijas, con solo veinticinco años.

Candy fue al médico, le pusieron un tratamiento, estaba muy agradecida o eso era lo que a ella le parecía, hasta que un día al acostarse notó algo bajo su almohada, era una carta de la joven, le decía que ella y su hija eran su vida, que las amaba sobre todas las cosas y no quería hacerles daño, que no podía evitar sentir como sentía... Quedó paralizada, ya lo iba entendiendo todo, aquella noche casi no pudo dormir, pensando con qué cara enfrentaría el día siguiente. Por la mañana al salir al salón vio un rostro pintado en las baldosas, era una chica con pelo muy largo, ese dibujo se repetía por toda la casa, era ella, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, se dirigió a la habitación de Candy, la cama perfectamente hecha, el armario abierto, vacío, solo dejó la foto... se había marchado.

8 comentarios:

  1. Me encantan tus minirelatos, siempre me dejan con ganas de mas imaginando.. :)

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    1. Gracias Alex, y gracias por leerlos y ponerlo aquí, eres un sol. Ich habe dich lieb, mi niña.

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  2. Una historia realmente interesante y un final bastante peliagudo con esto de que dejara pintada la imagen por toda la casa.
    Me ha encantado leerlo Estela.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Elda, te mando un abrazo y mis mejores deseos.

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  3. Wow!!! He leído todos, me quedo alucinado con tu creatividad e imaginación. Por qué no escribes un libro? Yo te ayudo con la portada del libro ;)

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  4. Repito gracias Marcelo, no sé cómo he borrado mi contestación anterior, donde te decía que si me dedicara a escribir un libro me faltarían unas clases sobre el arte de escribir bien, lo más bonito sería esa portada que me ofreces...pero todo se andará, igual me hago algún curso y me animo. Te quiero, hijo.

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Gracias por tu visita.