lunes, 20 de noviembre de 2017

Cuando las expectativas superan la realidad.



Y la ilusión decreció, lo que parecía inalcanzable y por ello deseable, al realizarse se tornó monotonía, las originalidades se volvieron aburrimiento, la novedad hastío, así el despertar fue duro, la realidad se presentó como grotesca imagen de una desesperación amarga, los días transcurrían sin vida en ellos, el anhelo de lo lejano se iba haciendo cada vez más patente, había caído el velo y el paisaje se mostraba auténtico, árido, sin retoques, vacío y sin luz. 

De repente, como un castillo de naipes viniéndose abajo cayeron los proyectos compartidos, las esperanzas forjadas, a un leve suspiro de desavenencia siguieron multitud de reproches, de decepciones hasta ahora calladas, de soledades silenciadas, nostalgias acalladas. La tristeza se coló en el alma y con su frío manto fue haciéndose  dueña y señora, las preguntas sin respuestas, las razones sin explicación, una maraña de sentimientos difíciles de dominar.

Cuando el amor se vuelve débil y los recuerdos no pueden compensar el desconsuelo porque ya no sirven, porque todo lo que tuvo importancia en un principio, ya ahora, no importa.

Pero tienes herramientas, esas que te ha enseñado tu vida, las que has aprendido de tus experiencias, las que te darán la llave de la nueva puerta que has de abrir después de haber cerrado la que tendrás que atravesar, con dolor, ese sufrimiento solo es una circunstancia pero no eres tú, tú eres ese ser que caminando crece, que soltando lastre fluye, que escala por montañas escarpadas y navega por mares calmos, sin desfallecer, porque sabe que cada amanecer trae una nueva luz y cada crepúsculo amortigua día a día el dolor ofreciéndonos la oportunidad de empezar de nuevo, más ligeros, más sabios si hemos sabido aprehender lo acontecido, pues la vida es eso, eso que nos va pasando y que parece una broma, una tomadura de pelo a veces, pero no, es el devenir normal de una existencia plena y está ahí, delante de nosotros para que aprendamos, para que crezcamos. 

Para que sintamos con fuerza el AHORA.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Ese ser humano llamado hombre.



Hoy me voy a dedicar a un tema peliagudo, y digo esto porque solo por la culpa de algunos de ellos, los hombres están siendo denostados como no lo habían sido nunca hasta ahora, y, qué quieren que les diga, a mi me encantan los hombres, esos, que desde mi punto de vista son la mayoría, que se esfuerzan por encajar en una sociedad que de repente les ha demostrado que estaban equivocadas esas costumbres que enseñaban que había que proteger a las mujeres, tenían que prepararse para ser cabeza de familia, encargarse de la manutención, de trabajar de sol a sol para el bienestar de los suyos demostrando un altruismo digno de encomio.

Pues bien, esto ahora es diferente y es muy bueno, pues las mujeres estamos consiguiendo desde hace décadas y con mucho esfuerzo, que se nos considere personas con derechos y deberes exactamente igual que los de ellos, cosa que hace algunos años era impensable. Lo que no quita que ellos también sigan trabajando como siempre para conseguir situarse en una sociedad cada vez más exigente. Pero, paralelamente al avance social de la mujer noto como un especial interés en algunos sectores, en competir contra los hombres, o por lo menos, es lo que a mi me parece.

El ser humano, es así como deberíamos definirnos en vez de andar buscando etiquetas de género o de cualquier otra cosa, el ser humano es único, por lo tanto, sería ideal que nos ayudáramos entre nosotros en vez de estar buscándonos los fallos. Veo hombres que trabajan duro para salir adelante, que aman a sus mujeres y a sus hijos, muchos, muchísimos, no entiendo porqué ese afán de meternos con ellos, de en muchos casos intentar darles lecciones. Así solo se consigue la lucha constante y se nos escapa la vida en enfrentamientos inútiles, porque el ser humano que quiere crecer lo hará y el que prefiere vivir en la ofuscación también lo hará por mucho que nos afanemos por cambiarles.

Por eso, hoy rompo una lanza en favor de esos seres humanos denominados hombres, por sus luchas por entender los cambios, por su trabajo, por su paternidad y sus desvelos en pos de un entendimiento con sus parejas, por sus amargas lágrimas en soledad, por sus silencios ante injustas sentencias. Y es que de todo hay en este convulso mundo que habitamos, donde no siempre el ser humano malparado es la mujer.